CÍRCULOS VICIOSOS
CÍRCULOS VICIOSOS
¿Cómo explicar convincentemente que
mientras el gobierno federal invierte cuantiosos recursos para una mayor militarización
de la vida pública ocurran impunemente eventos criminales cómo los de las
últimas semanas en Fresnillo, Zacatecas, Caborca, Sonora y San José de Gracia
en Michoacán?
¿Cómo justificar que en estos tres
estados gobernados por Morena operen libremente distintos grupos criminales empeñados
en complicar la vida cotidiana de los ciudadanos sin que haya una fuerza institucional
capaz de garantizar la seguridad pública y la gobernabilidad?
¿Cómo siendo incapaz los tres
niveles de gobierno de garantizar esa seguridad nuestro presidente, según encuestas
recientes, sigue teniendo buenos niveles de aceptación y su partido este año
podría ganar cuatro de los seis estados que estarán en disputa electoral?
¿Cómo sucede esto cuando la opinión
pública vive frecuentemente en medio de malas noticias como sucedió está semana
con PEMEX y la CFE que han tenido pérdidas multimillonarias?
Aun así ¿cómo nos explicaremos razonablemente
que el resultado la consulta de revocación de mandato del presidente sea a
favor del presidente López Obrador?
Creo, que todas son preguntas importantes
que exigen respuestas razonables porque si las instituciones funcionaran
eficazmente estos y otros hechos se procesarían a favor de la tranquilidad de
la gente.
Pero es evidente que no están funcionando
con eficacia más allá de cobrar impuestos, hacer obra pública, limpiar calles, pagar
de deudas.
Habrá que encontrar cuáles son
los hilos explicativos para que en un entorno turbulento los agentes institucionales
no paguen costos políticos y las malas noticias se pierden en la bruma toxica
del día a día.
Acaso ¿la explicación de este
interregno infame tendrá que ver con ignorancia cómo lo decía un psicólogo, con
el clientelismo político que argumentaría un politólogo o un tema de
incumplimiento de las leyes dicho por un abogado? O acaso, dirá un sociólogo, sucede
porque hemos espectacularizado todo, por la acción de los medios de
comunicación y asumido que la adversidad cotidiana es una forma de (in) conciencia
social qué lleva a refugiarnos en nuestras fijaciones por el pasado inmediato,
los temores presentes y nuestra capacidad para asirnos a la esperanza, lo que
ello signifique en términos reales.
Esta psicología colectiva no
terminamos de explicarla satisfactoriamente y, por lo tanto, no sabemos, cómo, ni
cuando, salir de ella y desde ese ángulo angustiante vemos el deterioro de la
vida pública en pueblos que no hace mucho eran ejemplo sosiego aburrido, materia
de literatura costumbrista, realismo mágico o microhistorias y, ahora, nos recuerda
su existencia “levantones” y masacre de vecinos.
El presidente López Obrador diariamente
anima al aumento del desconcierto cuando en lugar de dar una salida a la violencia
de alto impacto sugiere que el CJNG, debería cambiar de nombre para no afectar
la imagen de Jalisco; cuando en lugar de hablar de los periodistas asesinados prefiere
hablar de Felipe Calderón; cuando en lugar de ofrecer una salida del drama económico
de Pemex y CFE prefiere hablar del periodismo de Chumel Torres o en lugar de
entrar al fondo de la riqueza de su hijo se lanza con todo contra el mensajero.
Y esto ocurre cuando los medios las
redes sociales muestran imágenes terribles, estrujantes, la conversación pública
en los platós de análisis, frecuentemente, es la revocación de mandato o los
salarios de los consejeros del INE; si Morena es el partido a vencer en las
próximas elecciones o si su candidato presidencial será Ebrard o Sheinbaum o si
Ricardo Monreal es un traidor a la causa morenista o, lo reiterado que en México
la oposición partidaria es inexistente aun cuando en 2021 obtuvo 20 millones de
votos.
Acaso, es muy difícil pensar que
nuestro futuro está anclado a la militarización del país, el activismo
sangriento de los cárteles criminales y las rutinas electorales que hasta ahora
han servido para reproducir Fresnillo, Caborca, San José de Gracia.
Lamentablemente el presidente y una
parte de esa oposición le atiza a la polarización antes que, a la concordia, lo
que impide sellar un gran pacto por el futuro, las instituciones y la vida como
estamos viendo a los europeos frente a Rusia. Y que siendo los mismos van a
seguir haciendo lo mismo, sino hay un arreglo en la diferencia, en un pacto en
lo mínimo que es garantizar la viabilidad como país.
La ausencia de ese arreglo
político nos va a llevar a un presidencialismo exacerbado por la militarización
y la narcopolítica que está detrás de la inoperancia institucional.
Y coincide que en el país domina el
discurso emocional, para distraernos de lo esencial, de ese país que se nos
está yendo de las manos mientras estamos distraídos con las noticias falsas,
los escándalos mediáticos, los distractores presidenciales, la polarización y
el México de buenos y malos, patriotas y no patriotas, progresistas y conservadores.
No hay espacio para el sosiego, para
el encuentro con el otro, para los tonos grises de la convivencia, somos
rehenes de nuestras propias lealtades construidas con el barro sentimental, con
el de yo estoy con López Obrador “porque representa lo mejor, lo salvable, en
un país podrido”, y estoy en contra del PRIANRD “porque representa un pasado
corrupto que ya no debe volver” o a la inversa “de yo estoy con por… “
Cómo si mucho de ese pasado no
estuviera presente, vivo, palpitante, exponencialmente en la corrupción en las
altas esferas de lo público, en los pequeños caciques locales, en el transfuguismo
desde el PRIAN hacia Morena, y que decir, de los cárteles que la única
diferencia con el pasado es que en los últimos años han vivido una gran
fragmentación lo que ha provocado una novedosa territorialización de ese poder
con su estela de violencia y muerte.
La oferta de cambio ya se melló,
perdió filo, y quizá se agotó, el país necesita volver a los pactos políticos
de largo aliento, y no me refiero al Pacto por México, sino de cara a la nación,
con todos los sectores sociales y políticos donde nadie sea excluido.
El presidente López Obrador
todavía tiene el suficiente capital político para impulsarlo y si lo hace haría
una gran contribución a la nación, sería su mayor legado, de lo contrario, su
paso por la historia será pasado el tiempo una nueva versión de lo viejo y que,
habiendo podido, no quiso hacerlo, que se contentó con las fanfarrias del éxito
electoral, las plazas llenas, las conferencias mañaneras, pero, una oferta de cambio
basado en el consenso será su gran deuda con la nación.
Y ahí estarán los nuevos Fresnillos,
las Caborca y los San José de Gracia, para recordárnoslo.
Al tiempo.
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