CRISPACIÓN Y FUTURO
CRISPACIÓN
Y FUTURO
Estos
días son de malestar, frustración, enojo, llanto, protestas veladas y abiertas,
además, son días de oportunismo, traiciones, mentiras, engaños en las filas
morenistas sinaloenses, frente a los cálculos de suma cero entre sus
adversarios que buscan o buscarán legítimamente capitalizar lo que Morena pierde
en sus negociaciones al margen de la militancia.
Las
transacciones en corto donde lo frecuente es el intercambio de “me das esto y yo
te doy aquello”. Y dónde la militancia interesa como mera escenografía del
arreglo entre elites conviene dar dos pasos atrás para tener perspectiva de lo
que está en juego más allá de esta coyuntura tremendamente emocional.
Y
es que cuando pensábamos que en materia electoral todo parecía estar dicho y
entramos a lo que se llama “normalidad democrática” con sus comicios y
alternancias en los tres niveles de gobierno, resulta que no, unas veces saltándose
las reglas de competencia y otras a la militancia. Y, para salir de este embrollo viscoso,
conviene revisar en lo construido al menos en los últimos años.
Acaba
de darse a conocer la edición anual del Índice de Desarrollo Democrático (https://idd-mex.org/), que lo han diseñado por
académicos de prestigiados centros de investigación del país y que permite
mediante este instrumento evaluar año con año, la calidad de nuestra democracia,
más allá de la calidad de nuestras elecciones que es el punto de partida.
Es
decir, no se queda en el nivel básico de una democracia electoral, sino
incursiona en la calidad de los productos que generan sus gobiernos sean de un
color o de otro. Pero, eso sí, permite hacer el balance de como andamos globalmente
en el país y en cada uno de los estados en cuatro dimensiones cualitativas: Democracia
de los ciudadanos, democracia institucional, democracia social y democracia
económica.
Sinaloa,
de acuerdo con este índice politológico, ha venido de menos a más. En 2010
cuándo se empezó a hacer el ejercicio de análisis y alcanzó el último año de
gobierno de Jesús Aguilar Padilla, todo el sexenio de Mario López Valdez y los primeros
cuatro años de Quirino Ordaz.
Vista
a través del concentrado de todos indicadores parten del lugar 23 en 2010, para
tener sus peores años de calidad democrática en el periodo 2012 y 2013, y luego
sobrevendría una lenta pero sostenida mejoría en el resto del sexenio malovista.
Ya
en el gobierno de Quirino Ordaz se observa un doble movimiento. Por un lado, existe
una sostenida mejoría producto de una ola nacional sin precedente y lleva a que
once estados -Yucatán, Baja California, Aguascalientes, Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala,
Tamaulipas, Sonora, Nuevo León, Coahuila y Sinaloa- se encuentren clasificados
como de “alto desarrollo democrático”. Sinaloa se encuentra en el décimo primer
lugar con un puntaje de 7,022 unidades lejos, muy lejos, de las 2,670 unidades de
2012 y mejorando 2017 que había tenido un puntaje de 6,844.
Pero,
veamos por separado cada uno estos indicadores en el periodo 2010-2020, el de democracia
de los ciudadanos que en 2010 solo Guanajuato y Colima se encontraban
clasificados con un “alto desarrollo democrático” y Sinaloa, estaba el lugar 30,
si en la cola, con un puntaje de 3,336 unidades
sólo por arriba de Baja California Sur y Chihuahua, pero en 2020 ya eran cuatro
estados los que se encontraban en el selecto grupo de “alto desarrollo
democrático” -Hidalgo, Yucatán, Tabasco y Tamaulipas- y donde Sinaloa, había
logrado mejorar su posición ubicándose en el décimo tercer lugar aunque su
mejor año había sido 2017, cuando llegó a ubicarse en el décimo lugar, con un
puntaje de 6,278 unidades en el grupo de “medio desarrollo democrático”.
En
tanto, en el indicador de democracia de las instituciones, en 2010 solo
estaban clasificados cuatro estados -Aguascalientes, Baja California Sur, DF y
Colima- en el grupo con “alto desarrollo democrático” y Sinaloa se encontraba
en el lugar 26, con un puntaje de 4,511, dentro del núcleo de los estados con
desarrollo medio, y en 2017 había mejorado llegando al lugar 21 con un puntaje
de 3,521 unidades y en 2020 se ubica en el lugar 11 con un puntaje de 3,847 unidades
pero situado en el grupo de estados con desarrollo bajo.
Un
dato que destaca con fines comparativos y del nivel de atraso institucional, es
que para este último año ningún estado se encontraba en el selecto grupo de
estados con “alto desarrollo democrático” lo cual confirma que la democracia no
es que llegue y se quede para siempre, sino es un proceso en permanente
construcción con sus avances y regresiones ya que depende de las políticas de los
gobiernos, las circunstancias sociales que les rodean y el comportamiento de
los actores económicos y políticos.
Pero
continuemos para ver más claro. La dimensión referida a la democracia social
en Sinaloa en 2010 se encontraba en el sexto lugar nacional, en 2020 había
retrocedido dos espacios ubicándose en el octavo, pero situado entre los
estados de “desarrollo democrático medio”, lo cual es significativo porque en
este año hay un descenso generalizado en la escala, con excepción de Baja
California, que logró el distintivo de ser el único estado con el más alto desarrollo
democrático del país.
Sinaloa,
durante el periodo de gobierno de Quirino Ordaz, tuvo un buen arranque logrando
posicionarse en el segundo lugar en 2017, pero en este indicador cayó al octavo
en 2020.
Finalmente,
en cuanto a democracia económica Sinaloa en 2010 ha tenido una mejoría constante
pues en aquel año se encontraba en el lugar catorce dentro del grupo de
desarrollo medio y para 2017, había escalado al lugar once y finalmente en 2020
se ubicaba en el noveno en el sector de los estados de desarrollo medio a una
distancia corta de la Ciudad de México, Nuevo León, Querétaro, Aguascalientes,
Durango y Estado de México.
Entonces,
en términos generales, Sinaloa tiene una mejoría sensible en términos de
desarrollo democrático, cómo no había sucedido en los diez años que lleva
haciéndose esta fotografía anual y eso, coincide con las evaluaciones de
percepción positivas que se han hecho de la gestión de gobierno de Quirino
Ordaz, y las conclusiones que arroja este estudio plantea varias áreas de
oportunidad que el próximo gobierno debería tomar en cuenta para un
mejoramiento de la vida pública y el bienestar de los sinaloenses (Esas áreas
de oportunidad las desarrollamos en un ensayo que será parte de un libro que próximamente
un colectivo de investigadores publicaremos sobre los grandes problemas de
Sinaloa).
En
definitiva, en esta elección no sólo está en juego si Morena accede al poder
estatal o si aportamos los siete diputados federales para una nueva mayoría obradorista
o contribuimos a los necesarios contrapesos, sino continuar en esa senda de
mejoramiento en los indicadores del desarrollo democrático es decir “en sus aspectos
institucionales, como en el sistema político en su conjunto y del logro de un
mayor desarrollo para la sociedad local”
De
ese tamaño, es lo que está en juego, en estas elecciones, el malestar y el
enojo desaparecerán como las nieves de enero.
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