LOS PEONES CON UNIFORME
La detención de dos policías
municipales de Culiacán trasladando en un vehículo oficial a un “levantado”
baleado y un sicario armado que estaba a cargo del vehículo y ahora la
detención en Sonora de un agente del Ministerio Público que llevaba decenas kilos
de droga de diseño a la frontera da cuenta más que evidente de la corrupción
existente en los cuerpos policiacos y los encargados de impartición de justicia
en el estado.
Pero, también, muestra que la
Guardia Nacional está significando una suerte de contrapeso que no existía y
que está dando frutos. Y es que las imágenes hablan por si solas, ¿Cómo
explicar racionalmente que un sicario de ordenes a unos policías y esos le
permitan que traslade a su presa a un destino desconocido dónde seguramente se
le torturaría y acabarían con su vida? así mismo, ¿Qué podría estar pensando el
agente del ministerio público al pedir un permiso para confinarse por ser
portador del Covid-19 y al tenerlo tomar su vehículo personal cargado de
metanfetaminas y agarrar camino rumbo a la frontera? ¿Acaso se imaginó que
presentando su “charola” en los retenes antidroga tendría vía libre para
continuar su camino cómo sucedió al pasar por varios de ellos antes de ser
detenido? Pensaría, acaso, qué si ya le había servido, ¿porque no habría de
suceder nuevamente el libre tránsito por las carreteras del noroeste?
Lo primero es que tanto estos
policías y este es ya exagente, trabajan seguramente para el Cártel, y
seguramente no es la primera que prestan este tipo de servicios, unos haciendo
lo que es un secreto a voces en Culiacán y el otro, quizá más grave, porque
técnicamente imparte justicia y debe ser un agente probadamente honesto.
Entonces, veo los rostros de los
policías y son personas de edad que seguramente tienen muchos años en la
corporación y hasta podrían estar cerca de la jubilación. Hoy, por supuesto, en
entredicho por deslealtad lo que esto signifique en términos de lo
políticamente correcto.
El otro un personaje seguramente con una
carrera profesional en Derecho que ha pasado por todos los exámenes académicos
y de control interno, con un trabajo remunerado para vivir con la medianía
republicana de la que tanto habla López Obrador y hasta podría tener
reconocimiento como buen agente MP.
Entonces, con sus detenciones, no
sólo se mancha la imagen de las instituciones, sino para ellos se va todo por
la borda, caen en el hoyo del infortunio, la cárcel y el descrédito público.
Pasaran, sí antes no sucede otra cosa, años en la cárcel lamentándose del día
en que cayeron en desgracia.
Sin que nadie le eche la mano a
menos que la propia organización los apoye.
Recuerdo las palabras que habría dicho un narco del sur del estado ya
fallecido cuando varios de sus hombres fueron detenidos en un operativo en
Mazatlán y sus familias se acercaron a pedirle apoyo. Palabras más, palabras
menos, les dijo: “Voy a ayudarles con dinero y les pagaré un abogado para que
los defienda, pero recuerden algo, quién anda en estos menesteres, sabe que
tarde que temprano le espera: la cárcel o la muerte”. Y esta es una regla
escrita muchas veces con sangre.
Pero, más allá del futuro de
estas piezas de un tablero de ajedrez criminal, está el tema de las
instituciones que están intervenidas por el crimen organizado o peor que cómo
lo apreciamos en estos casos, que sus funcionarios pudieran estar a su
servicio. Y eso es un contrasentido que solo en países como México puede
suceder de manera tan notoria. Donde el acceso a la carrera judicial puede
trampearse y llegar hasta el más alto nivel. Ahí está el caso de Genaro García
Luna, quien llegó a ser el Secretario de Seguridad Pública, durante el gobierno
de Felipe Calderón.
Y, si estas cosas suceden en ese
nivel, que habría de esperarse de un perfil como el de los hoy detenidos. No
mucho. Son los peones de la organización y como tales son sacrificables. El
negocio persiste cómo alguna vez se lo dijo El Mayo Zambada a Julio Scherer, en
una entrevista de antología: “Aunque yo muriera, el negocio seguiría”, y si,
estamos ante el gran negocio mundial de las drogas. Son industrias multinacionales que “facturan”
decenas de miles de millones de dólares al año y eso está más allá de un
hombre. Por más poderoso que sea.
En definitiva, la detención de
estos policías y la del agente del MP, muy pronto será historia, una más entre
las muchas que están a ras de tierra y que permiten de vez en vez, percibir que
la lucha contra el crimen organizado funciona con abrazos y no balazos.
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