BUSQUEDA DE BLINDAJE
“Desde la oposición y frente a un gobierno cada
vez más incapaz y autoritario, estamos llamado a dar la batalla por México,
tenemos que volver a preguntarnos con Gómez Morín, qué armas para esta lucha,
como dijo el fundador, las únicas e irresistibles: las ideas, los valores del
alma, ni tenemos otras, ni las hay mejores. Frente a un presidente que siembra
el odio frente a los mexicanos, que divide y polariza”, afirmó Ricardo Anaya
esta semana en la celebración virtual de los 81 aniversario del nacimiento del
PAN.
El excandidato presidencial vuelve la mirada a Manuel
Gómez Morín, uno de los llamados “siete sabios” mexicanos de hace poco menos de
cien años y que fue fundador de ese partido en medio de las dificultades
posrevolucionarias en un país y en un momento volcado al nacionalismo
revolucionario.
Gómez Morín, sentó las bases políticas del PAN, con
un ideario liberal inscrito en la democracia cristiana e inició una cruzada quijotesca
para darle al país un partido basado ciertamente en las ideas, pero, también,
en la honestidad y lealtad, indeclinable que caracterizó a los panistas que
picaron piedra durante décadas.
Ricardo Anaya, sin embargo, no puede ser
considerado heredero natural de esa tradición intelectual, honestidad y ética, porque
más bien parece producto de la deriva corrupta del llamado neopanismo que vio
en la política una forma de hacer negocios privados y construir grandes fortunas
precisamente traicionando a los fundadores del PAN doctrinario.
¿Cómo olvidar, uno seguramente entre muchos, los “moches”
para aprobar la reforma energética que a él le permitieron construir exponencialmente
un patrimonio en su natal Querétaro y que la prensa incluso el PRI logró documentar
ampliamente? ¿Cómo justificar que alguien que había declarado ingresos mensuales
por 96 mil pesos a la vuelta de meses compraba e invertía en una bodega con un
valor de 54 millones de pesos?, que hasta el impresentable Javier Lozano se lo
recriminaba en un video subido a la plataforma de YouTube.
No hay manera.
Hoy, con las declaraciones ministeriales de
Emilio Lozoya Austin, el ex director de Pemex y operador del dinero entregado
subrepticiamente por los ejecutivos de la empresa constructora brasileña Odebrecht
a la campaña de Enrique Peña Nieto, ha quedado al descubierto esa trama
corrupta. Que en el argot de los amarres legislativos se conoció como “consenso
político” para la aprobación de la reforma energética, pero está visto fue una
vil transacción de votos por dinero que hoy conocemos con nombre y apellido y está
en manos del fiscal Gertz Manero.
Anaya ofendido mordió el anzuelo y denunció a
Lozoya Austin por daño moral que solo provocó una sonrisa socarrona. Sin
embargo, Anaya sabe que no es suficiente para evitar que la Unidad de Investigación
Financiera de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, le confisque cuentas
y bienes, por lo que llama en la celebración del PAN a la unidad del panismo y a
poner en esa lucha “contra el autoritarismo”, alma, vida y corazón” o, sea, que
lo proteja del lobo.
Santiago Nieto, titular de la UIF, estuvo esta
semana en la Universidad Autónoma de Querétaro para la firma de un convenio y
al ser interrogado sobre la postura de Ricardo Anaya señaló que está siendo
investigado por la UIF por estar implicado en el affaire Odebrecht y al
presidente le preguntaron en la mañanera sobre las afirmaciones del panista y
simplemente dijo: No tengo opinión.
Marko Cortez, cometió un error táctico al dar un
espacio privilegiado a Anaya y a Vicente Fox en la celebración del PAN, por
simple congruencia y perspectiva, hoy que acusa de todo lo imaginable a López
Obrador estos personajes impresentables no deberían ser la cara del PAN frente
a una elección. Son dos personas sobre las que existen serias dudas de su probidad
que están buscando no apoyar la resurrección del PAN sino notoriamente blindaje
político.
Ricardo Anaya no es el líder que necesita el PAN
ni tampoco de la beligerante oposición social de derecha, su presumible
corrupción, lo descalifica, es más lo hace objetivo fácil y quizá, hasta puede
que se lo agradezca el gobierno obradorista cuando prepara una nueva versión de
su “Ricky, riquín, canallin” para mantener la atención en temas de justicia que
sin duda son importantes en la opinión pública, pero son, de la Secretaria de Hacienda
y la Fiscalía General.
Anaya ya lo declaró, el futuro no en abstracto
sino el suyo, está en 2021 y buscara convertirse al menos en un referente opositor,
no le faltan tablas para buscarlo y más cuando la oposición carece de figuras
relevantes. Y, claro, buscara convertirse en diputado de la siguiente
legislatura y si le dan chance los panistas convertirse en el líder de la
bancada blanquiazul -O sea, el siempre sensato Juan José Rodríguez Prats se
equivoca al echar las campanas al vuelo de su regreso mientras Ernesto Ruffo se
muestra cauteloso y acota a Anaya a lo electoral para que “no busque apropiarse
del partido”.
Y, probablemente, no será el único de los
señalados por Lozoya que buscará convertirse en una representación política para
obtener blindaje político y politizar cualquier decisión que tome la Fiscalía
para evitar rendir cuentas sobre la reforma energética y los “moches” que él y otros
destacados panistas habrían recibido a cambio de los votos legislativos de su
bancada.
Esto llama a la celeridad de la mancuerna UIF-FGR
para evitar llegar a este punto tanto por una necesidad en la cruzada contra la
corrupción sino por limpiar la política de personajes que le han hecho mucho
daño a la vida pública y que buscan mantener posiciones de privilegio.
En las elecciones de 2021, recordemos, estará en
juego la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados que hoy tiene el presidente
López Obrador junto con sus aliados y este buscara conservarla en un contexto
de una severa crisis económica, como ya lo han anunciado las propias
autoridades hacendarias y eso podría ser un campo propicio para que la oposición
se agregue y busque capitalizar electoralmente la circunstancia social y
política.
Esa es la apuesta de Anaya y el PAN de Cortez, sólo
que para lograrlo tienen que superar sus deudas con la transparencia y la justicia
y si esto, no lo logran, el PAN podría si bien capitalizar el voto de una franja
de la derecha, pero, es muy posible, por el estado organizativo en que se
encuentra, no le significaría más de lo que hoy tiene de representación
política.
O sea, lejos, de cómo pensaba y actuaba el hoy recordado
Gómez Morín.
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