Las lecciones de Zepeda Patterson


 


Soy lector asiduo de los artículos de Jorge Patterson desde hace varios años y he visto en su trayectoria periodística una visión progresista y un escritor exitoso.

Constructor de periódicos, asesor de medios con matiz progresista, solidario con la causa de los periodistas de provincia y constante demandante de justicia entre otros de nuestro paisano Javier Valdés.

Vamos, impulsor de libros, desde hace dos décadas, que nos revelan las nuevas biografías del poder presentando los atributos y debilidades, y no pocas veces, el lado oscuro de muchos de nuestros políticos.

Se podría decir que Jorge es un periodista que tiene el pulso del país en la mano y que no renuncia a su visión donde los desamparados tengan un lugar importante en la agenda de los gobiernos.

Eso que llevó a millones de mexicanos a votar por AMLO y a dotarlo de mayoría absoluta en el Poder legislativo y en muchos más en los estados y congresos locales.

Para Patterson con esa trayectoria hubiera sido más fácil ceñirse a las líneas maestras de la 4T, ser uno de los suyos, cómo ocurre con algunos periodistas otrora críticos, que hoy silenciosos tienen cargos y sueldos en los gobiernos de Morena.

Incluso, alguna de ellas, en la cúspide de Notimex, arremete con todo contra sus antiguos “compañeros de viaje”.

Pero, no, optó seguir en el periodismo con la línea que se trazó hace muchos años y es la de la crítica al poder independientemente del color que sea.

Es decir, en el mejor periodismo que puede existir en México o en el mundo, que dignifica a quien lo realiza y el medio que lo ampara.

Evidentemente, esto no es fácil, en gobiernos declarativamente democráticos en los hechos siguen en la tónica de “si no estás conmigo, estás en contra de mi” o en la versión obradorista de aquella máxima de Fidel Castro que costó la vida, penas carcelarias, aislamiento y exilio de muchos escritores y periodistas cubanos que todo lo reducía a: “Todo dentro de la Revolución, nada fuera de ella”.

Y es donde está el meollo de la actual relación del poder con la prensa, y la pobreza de miras y uso del tiempo, en las mañaneras cuando un día sí y otro también, pontifica contra los conservadores y su prensa fifí.

Y no es queramos decir que no exista esa derecha , por el contrario que reconocemos su activismo, sin embargo, cuando el poder electo legítimo, resultado de la voluntad popular y bien lo sugiere Patterson, lo que hará que López Obrador pase a la historia grande, estar entre los próceres de la patria, no serán las rencillas cotidianas contra todos sino la obra social que construya en beneficio de las mayorías.

Ahí, sí, dicho por Patterson, radica que si su aspiración mil veces declarada de ser continuador de la obra de Juárez y Madero podría terminar siendo simplemente una copia buena de Luis Echeverria y José López Portillo.

Y no será por culpa de los periodistas sino por estos pequeños detalles que van minando la visión del estadista, al sucumbir alegre al halago fácil, a las loas que suelta un oportunista o a las preguntas de turrún que lanza ese dizque periodismo zalamero que va a las conferencias mañaneras hacer su día.

Entonces, los últimos tres textos que Patterson publicó en Sin embargo.mx y El País, debería llamar a la reflexión de lo que AMLO está siendo mal y que lo distancia de su proyecto democratizador y le dificulta el tránsito por ese camino accidentado, hoy más que nunca, de la llamada 4T.

Pero, yendo a la triada de artículos, es claro que en (“Periodistas Malos, periodistas buenos”) por pudor no quiso aparecer en ese grupo selecto de periodistas  “qué nos defienden” por más matiz que AMLO haya querido poner en sus palabras para no equipararlo a Federico  Arreola (SDPN) y Pedro Miguel (Jornada) y Enrique Galván ( Jornada) quienes son claramente obradoristas y mucho menos a esa caterva de disque periodistas que adulan a AMLO todas las mañanas y eso explica la contundencia en su colaboración en El País (“¿López Obrador, en el punto de no retorno?”) se fue a fondo, para deslindarse de cualquier posibilidad de que se le presentara como un incondicional que de haber caído en las redes de la  lisonja su trayectoria hubiera perdido peso.

Algo que no podía permitírselo por eso había que ser contundente e ir a donde comunica con las emociones: las fragilidades humanas, la susceptibilidad a la lisonja, la arrogancia del poder, de ahí que sus lectores más de anti obradoristas leyeron el artículo en clave desencanto. De ahí, que el siguiente artículo (“Nunca me digas “te lo dije”), que es un paso atrás para quedar donde siempre ha estado, como un articulista crítico de centro izquierda, independiente de filiaciones partidarias. Y desde sigue haciendo suyas las banderas de la justicia social, el “mejor AMLO”, pero sin renunciar a su autonomía.

Patterson salió avante aun cuando algunos lectores han visto su último artículo  como una “disculpa a López Obrador” por lo escrito en El País, lo cual me parecer excesivo porque cómo hemos señalado volvió al punto donde se encuentra el cuadrante del periodismo mexicano. Y en todo caso la tarea hoy es de López Obrador si verdaderamente le merece respeto Patterson pues tendría que revisar sus deslices al culto a la personalidad y el gusto por la zalamería de la que somos testigos en las mañaneras.

Si AMLO sigue en esa ruta cada vez irá a peor pero si corrige y vemos un nuevo formato de comunicación  habrá aprendido la lección si no Patterson confirmara sus sospechas

 


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