PRESIDENTA SHEINBAUM, ¿QUÉ NO IBA A RESPONDER A TRUMP?
PRESIDENTA SHEINBAUM, ¿QUÉ NO
IBA A RESPONDER A TRUMP?
Ernesto Hernández
Norzagaray
¿Tiene sentido que la presidenta
Sheinbaum habiendo dicho que no se enfrascaría en luchas mediáticas con Trump
haya abandonado esa posición razonable para responder continuamente a sus ataques
contra México?, como lo hace, esta semana diciendo que asumiendo el cargo cambiaría
el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América.
Desde el punto de vista geográfico
habría tenido racionalidad oportunamente hablar de Golfo de América, o mejor de
las Américas, pues esta cuenca oceánica incluye litorales de México, Estados
Unidos y Cuba.
Los de México comprenden las
costas de Tamaulipas, Veracruz, Campeche, Yucatán y Quintana Roo; de Estados
Unidos Florida, Alabama; Misisipi, Luisiana y Texas, y de Cuba, las provincias
de Pinar del Rio y Artemisa.
También es importante destacar que la
mayor extensión del litoral corresponde a México con 3, 295 kilómetros; a
Estados Unidos 2, 625, y a Cuba 711.
El nombre de la cuenca oceánica data de
la etapa de exploración y colonización realizado por los españoles durante el
siglo XVI donde destaca la obra de Américo Vespucio, Juan de Grijalva, Hernán
Cortés y diversos cartógrafos y cronistas, como fue Martín Fernández de Enciso
que lo naturalizaron al incluirlo en mapas del siglo XVI y XVII.
Geográficamente es indiscutible que los
litorales del Golfo corresponden a tres países vinculados históricamente a los antiguos
territorios de la Nueva España y, a procesos de independencia distintos,
incluso, a la pérdida de territorio mexicano por el tratado Guadalupe Hidalgo
de 1848.
El nombre ha sobrevivido al tiempo y, lo
que domina, son los intereses de cada uno de ellos especialmente los de México
y Estados Unidos, porque en sus litorales se encuentran grandes yacimientos de petróleo
y gas natural -Por ejemplo, una sexta parte de la producción petrolera de los
Estados Unidos sale de sus litorales. Pero, ahora no se menciona, ni es motivo
de la esgrima.
Entonces, ¿es relevante una discusión
sobre el nombre de está cuenca o nuestra presidenta cayó en una trampa del
empresario neoyorquino?
A primera vista la respuesta fortalece a
Trump porque declaró que no seguiría ese juego de buscapiés mediáticos y ahora,
deberá responder a cada nueva amenaza y, muy pronto, a acciones cuando sea
ungido presidente el 20 de enero.
Y ahí, está, en desventaja, Trump, lo ha
dicho, que su especialidad es tensar la cuerda de los adversarios para obtener
beneficios y eso, es lo que hemos visto, desde antes de la elección
presidencial estadounidense.
Lanza amenazas a diestra y siniestra porque
cómo buen pescador espera una buena cosecha y esta, no depende de los dimes y
diretes, sino lo que haga, o haya dejado de hacer cada país para defender realmente
la soberanía.
El reino de Dinamarca, por
ejemplo, tiene el apoyo político del resto de países de la Unión Europea pero,
también, destinó millones de euros para reforzar la vigilancia de Groenlandia
sin desgastarse en un pleito por la declaración de Trump de insistir comprar
esta isla estratégica del norte de Europa; Canadá, ha hecho lo propio, reforzar
las fronteras, incluso, la renuncia de Justin Tradeau como primer ministro se
inscribe en la tarea responsable de tener un gobierno fuerte para en caso de
que avancen las pretensiones expansionistas no encuentren a un país dividido;
Panamá, por su parte, mantiene un discreto silencio para no hacer aspavientos
innecesarios.
O sea, cada uno de ellos hace un
juego estratégico con perspectiva y la presidenta Sheinbaum, lamento decir, es la
única gobernante de estos países que se sube al ring mediático siendo que es a la
que menos conviene por razones geográficas y económicas pues, bastaría, que el
21 de enero empiece la deportación masiva de indocumentados para que México tenga
un nuevo problema.
Y luego, está la aplicación de
los aranceles a nuestras exportaciones al mercado norteamericano que sería el
segundo guantazo al gobierno morenista y a la economía mexicana.
Será, entonces, cuando Trump imperialmente
diga, como lo hizo con AMLO, que quiere de México y me pregunto, como muchos,
tendrá la presidenta capacidad para decirle con la soga al cuello que no en
materia de fentanilo, seguridad, migración o comercio.
No se verán dónde están las
fortalezas para una buena negociación con unas fronteras congestionadas de
migrantes y con el reclamo de exportadores por la falta de una política pública
compensatoria que ya se manifestó con la caída del empleo formal en diciembre,
sin contar, la escalada de violencia criminal.
Entonces, se verá el alcance de las
respuestas a las provocaciones que podrían ser del tamaño de los vacíos, de lo
que no se hizo y debió hacerse, para verse en el espejo de la estética de estadista.
Al estar escribiendo este
artículo leo una nueva provocación de Trump diciendo que los cárteles gobiernan
México y la presidenta Sheinbaum, cae en esta nueva trampa, respondiéndole con
escaso tino y humor: “le informaron mal, ya no gobierna Calderón, sino el
pueblo”. O sea, no dice que no, sino…
¿Acaso a Trump le interesa que le
ilustren con los tiempos de Calderón y García Luna?, estando tan cerca AMLO y su
política de seguridad de “abrazos, no balazos” con un costó alto en los dos
lados de la frontera, no, ese no es el tema, el tema, es como en el box, cuando
los peleadores van al pesaje y no falta el bravucón, que busca crear expectación,
animar a la clientela y meter miedo al contrincante para que con ese
sentimiento suba a la función estelar. O, sea, Claudia trasmite preocupación,
están fallando los asesores.
Y, peor, habría que ver si el cálculo,
que hace el entorno presidencial, está en clave de distractor y tiene un efecto
positivo, si cae bien, en medio de tantos problemas de incertidumbre, un pleito
más, lo que necesita el país.
Ya veremos los resultados de esta
estrategia de confrontación contra una lógica intimidación-aceptación, sea en
materia de migración, narcotráfico o comercio internacional y un aviso
adelantado sea que la presidenta no haya recibido la cortesía para asistir a la
ceremonia de toma de posesión de Trump o, quizá, eso también explique el resorte
de la confrontación.
Y, claro, Trump podrá intentar cambiar
el nombre del Golfo, que es nuestro por la historia y, sobre todo, por la
fuerza de la costumbre, pero, no es ahí, donde están los problemas de la
bilateralidad, tampoco ayuda la confrontación. Al tiempo.
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