CANALLAS
CANALLAS
Ernesto Hernández Norzagaray
No hay mejor calificativo para
los legisladores del noroeste del país que han venido a Culiacán para brindar “apoyo
político” al gobernador Rubén Rocha Moya, es decir, animar la narrativa que convierte
al victimario en víctima y a las víctimas de impotencia y llanto, en
victimarias.
Han venido a apoyar a un
gobernador débil que todo indica es parte del problema, no de la solución de
los problemas de violencia que sacuden el estado desde el 25 de julio, cuando
se secuestró a Ismael El Mayo Zambada y se asesinó a Héctor Melesio Cuén Ojeda,
en una reunión donde, según Zambada, estaría el gobernador para resolver el diferendo
que este sostenía con el exrector asesinado por el control de la Universidad
Autónoma de Sinaloa.
Han venido a apoyar a un
gobernador al que se le cayó la verdad oficial de que Cuén Ojeda fue asesinado aquella
noche en una gasolinera del sur de Culiacán, como lo escribió no Zambada, sino como
lo demostró la fiscalía general de la República (FGR) al documentar el montaje
de que había sido objeto la supuesta escena del crimen.
Han venido a brindar apoyo político
a un gobernador que pese a los indicios documentales los sinaloenses no sabemos
si declaró y qué, ante la FGR, sobre ese montaje donde estuvieron involucrados
funcionarios de primer nivel de la Fiscalía General del estado de Sinaloa
(FGES) incluso, algunos de ellos, han sido promovidos luego de la renuncia de su titular y solo, ha
trascendido, que esta abandonó el estado y está mal de salud.
Han venido acompañar a un
gobernador que desde el 9 de septiembre se le ha incendiado el estado por la
guerra que sostienen las principales facciones del Cartel de Sinaloa y que ha
costado oficialmente aproximadamente 700 vidas y un número mayor de
desapariciones forzadas, además, ha causado daños económicos que de acuerdo con
las organizaciones empresariales representan pérdidas por casi 20 mil millones
de pesos y la quiebra, al menos, de 700 empresas con el subsecuente despido de
miles de trabajadores.
Han venido pues a tomarse una foto con un
gobernador que pese a que todos los días sacude la violencia rompiendo familias
sale a decir a la prensa que en Sinaloa “no pasa nada” que la vida sigue y los “estadios
y escuelas están llenas” y que todo, es producto del “estigma” que tiene el
estado.
Han venido esos diputados con un gobernador
insensible con los deudos de esas familias rotas que diariamente velan a sus
muertos y salen a la plaza pública a gritar, una y otra vez, que vuelvan los cientos
de desaparecidos de esta guerra que nunca debió haber ocurrido y que sigue,
incesantemente, dejando su estela de muerte, incertidumbre y calles vacías;
noches largas, solo alteradas por las ráfagas de fuego y el olor siniestro a autos
y casas quemadas.
Han venido esos legisladores federales
a Sinaloa salvaguardados con recursos públicos para brindar respaldo político a
un gobernador que no deja el cargo, porque según su entorno no es la solución y
si antes, lo apoyó AMLO, ahora lo apoya decididamente Claudia Sheinbaum, para
que continue en el cargo, aunque este visto que no sirve a los ciudadanos para
brindar seguridad a las familias en su cotidianidad, integridad y patrimonio.
Han venido esos legisladores morenistas
a la tierra generosa de los once ríos para volver a corear en silencio la frase
insensata de “Rocha, no estas solo, no estás solo” ante una sociedad dolida, molesta,
triste, que lo ha interpretado como una descortesía, grosería, una bofetada demostrando
lo lejos que están esos políticos de la gente y sus problemas, porque, para
ellos, con este acto de servidumbre política, no hay nadie más importante que
ellos mismos.
Vamos, han venido estos
legisladores a Culiacán solo para la foto y se han regresado a su Cámara y sus
discursos, dejando el mensaje de que Rocha Moya permanecerá en el cargo hagan
lo que hagan los sinaloenses, cuando, saben, que ni siquiera de ellos depende su
permanencia en un país que refrenda la mezcla viscosa de centralismo, patrimonialismo
y personalismo. O sea, el poder está en otro lado, no en el coro fácil.
Han venido estos legisladores a la
capital del estado a brindar apoyo a un gobernador que lo repudian franjas importantes
de sinaloenses que esta semana dieron muestras de perder el miedo y han tomado la
calle -y, mejor, el Palacio de Gobierno- para reclamar que su estancia en el
cargo no le sirve a Sinaloa y que debe irse, entre más pronto mejor, para abrir
paso a alguien sensible con los agravios que se han acumulado en los últimos
cinco meses.
Han venido estos “representantes
populares” a brindar apoyo político a un gobernador y, ahora, probablemente, desde
la comodidad de sus oficinas legislativas ven los videos donde miles de sinaloenses
vestidos de blanco llegaron hasta el Palacio de Gobierno para cumplir con una
cita pactada y qué ha sido cancelada. Y, entonces, reclamar al unísono por
todo, pero, especialmente, la muerte de un padre y dos niños que tuvieron la
desgracia de pasar por el lugar equivocado en Culiacán.
Vamos, vinieron los legisladores federales
a Culiacán, a brindar respaldo a un gobernador que no gobierna, que ha perdido
el pulso y lo peor, el respeto de los gobernados, al grado, que ha llegado la
turba blanca hasta el tercer piso del Palacio de Gobierno para gritarle y
romper las paredes ante la negativa de recibirlos por lo que se ha convocado
para este viernes a una manifestación sobre el malecón de Mazatlán y otra, para
el próximo domingo, en Culiacán.
O sea, los legisladores con su
apoyo solo han venido a Sinaloa, además, de disfrutar de una buena comida y
bebidas a mover el panal de la discordia social, y no le sirvió de mucho al
gobernador, pues, es imposible, que lo que no brindan los gobernados al
gobernante lo brinde un puñado de legisladores que serán recordados por su
servidumbre ante un poder flácido y desconcertado, que se agarra, este visto,
de donde puede para sostenerse en pie.
Y es que no puede el victimario,
terminar convertido en víctima.
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